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El cólico renoureteral es aquel proceso de dolor abdominal, cuyo comienzo es repentino, en la zona de la fosa renal o en la espalda y habitualmente se desplaza hacia la zona genital, está causado por la presencia de una obstrucción a lo largo del tracto urinario. La causa más frecuente de obstrucción es la litiasis urinaria, es decir, la presencia de piedras en riñón, uréteres o uretra. Sus consecuencias más habituales son el dolor muy agudo e intenso, las náuseas y los vómitos, las molestias al orinar e incluso la fiebre.

Para entender los cuadros que un paciente puede presentar es importante diferenciar dos escenarios.

Durante el episodio agudo, caracterizado por un dolor intenso, realizamos una entrevista y pruebas complementarias acordes para decidir si se trata de un episodio de cólico complicado o no. Entendemos por cólico complicado aquel en el que el paciente presenta fiebre de más de 38º, dolor que no responde con analgésicos o si la persona solo tiene un riñón. En este último supuesto es necesario que consigamos sacar la orina que en ese momento está atascada por la litiasis de la mejor forma y rápidamente.

Lo más habitual es que coloquemos por vía endoscópica un catéter llamado “catéter doble J” (va del riñón a la vejiga y recorre el interior del uréter apretando la piedra hacia una de sus paredes). Se trata de una cirugía rápida y habitualmente sencilla que consigue dejar el catéter en el interior del cuerpo sin realizar herida alguna. De no ser posible optamos por colocar de forma percutánea (a través de la piel) otro catéter llamado “nefrostomía” y que va directamente al riñón. El objetivo de ambos es común, desobstruir de forma rápida la vía urinaria para controlar las complicaciones que produce la piedra, especialmente infecciosas y obstructivas. Se trata de dos manipulaciones quirúrgicas que realizamos solo cuando la situación clínica del paciente lo requiere, ya que si no sacamos la orina estancada en este momento, las complicaciones infecciosas podrían generar incluso la muerte.

Si el cólico no es complicado, es decir, el dolor cede ante analgésicos y no hay presencia de fiebre, vigilamos estrechamente al paciente, le explicamos su proceso y le ofrecemos la posibilidad de un manejo conservador. Se trata de administrar fármacos orales que favorezcan la expulsión espontánea de la piedra y controlen el dolor abdominal.

En caso de que la litiasis fuera muy grande, estuviera en una localización con poca posibilidad de expulsión espontánea o no respondiera al tratamiento que hemos comentado, ofrecemos al paciente un tratamiento dirigido a destruir y extraer la litiasis.

La opción que ha demostrado conseguir retirar la mayor cantidad de piedras en un solo procedimiento es la ureterorrenoscopia. Se trata de una cirugía endoscópica en la que introducimos una cámara en el interior de la vejiga y luego del uréter y/o del riñón para localizar la piedra, que pulverizamos o fragmentamos con un láser, de manera que eliminamos la litiasis en una sola intervención. Además gracias a su mínima invasividad la mayor parte de los pacientes puede irse de alta en 24 horas.

Si el paciente rechaza esta alternativa, disponemos de otra que no exige cirugía. Se trata de la litotricia extracorpórea mediante ondas de choque (LEOC), que son ondas de energía que se aplican desde un dispositivo que simplemente entra en contacto con la piel del paciente. Tiene la desventaja de poder necesitar más de una sesión para destruir las litiasis.

Ambas son propuestas, explicadas y realizadas por Urólogos y se escogen en función de cada situación y de las preferencias de nuestros pacientes.

Quedamos a su disposición ante futuras dudas.

El Equipo de UROLF.

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